EXPROPIA MI CORAZÓN
Sol Do Re (ininterrumpidamente)
Iba una tarde a comprar unos zapatos en el Primark
y en la plaza de Colón crucé con la manifestación.
Eran unos perroflautas de esos que no tienen casa
bajaban la Castellana profiriendo sus falacias.
Un muchacho de delante salió del grupo y se me acercó,
tenía el pecho al descubierto y la melena de un león.
Me invitó a que me uniera a aquella fuerza comunera
y tal era la atracción que no pude decir que no.
Acabé esa tarde en Chueca tomándome una cerveza,
fabricación artesana de la marca vallekana.
Pero yo solo pensaba en aquel cuerpo que anhelaba
y en que sus cerúleos ojos no apartaran la mirada.
Hablaba con emoción de montar la revolución
y de nacionalizar todo medio de producción.
Cuando hablando de los bancos mencionó la expropiación
solo sonaba un deseo dentro de mi corazón:
Expropia expropia me expro, expropia expropia mi corazón.
Expropia expropia me expro, expropia expropia mi corazón.
Vamos, dime, cuenta más del Che Guevara y de Carlos Marx.
Vamos, dime, cuenta más mientras que yo te pueda mirar.
No sabía si decirle que mi colegio era bilingüe
y que pasé mis días de gloria en la Francisco de Vitoria.
Que mi padre era abogado y ya está prejubilado
y mi madre imparte clases de latín en el CEU San Pablo.
Lo de la asistenta en casa estaba claro, lo iba a obviar,
aunque nunca he sido buena en esto de disimular.
Si quedaba en su barrio me quitaba el pintalabios
para que nadie pensara que estaba cosificada.
Y una noche en su casa llegamos a la utopía,
mirando un busto de Lenin noté como se corría.
Desde la cama pensaba que por sus abdominales
abolía en un momento todas las clases sociales.
Expropia expropia me expro, expropia expropia mi corazón.
Expropia expropia me expro, expropia expropia mi corazón.
Vamos dime cuenta más que está canción se va a acabar.
Vamos dime cuenta más que nunca te diré el final.
(Bueno, salvo que vengais a nuestros conciertos)

Ilustración de Laura Pérez Rodríguez
